Achicoria (Cichorium intybus)
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Ilustración de ©Sofía Carrère (IG: @chonflers).
Elaboración con gouache a partir de imágenes medievales.
Esta maleza amarga, conocida como achicoria común o escarola, se distingue por sus preciosas flores azules que adornan campos y carreteras en zonas poco urbanizadas. Se trata de una hierba perenne, es decir, que vive sin problemas durante más de dos años. Una compañera vivaz y resistente que goza decorar los pastizales. Es una chiquilla veraniega y rural, que aparece en los bordes del camino y en los perímetros de los cultivos. Menos urbana que otras, prefiere la tierra suelta al cemento.
Cuentan los libros de historia que Carlo Magno mandó plantar achicorias junto a otras hierbas medicinales en su jardín y, para evitar el amargor de sus hojas, pedía que se taparan los brotes del sol. Así, estos se mantienen de un color pálido y, al tener menos clorofila, se les suaviza el sabor. Sus usos medicinales y culinarios son muchos y se conocen desde hace siglos. Tostada, la raíz se usa como reemplazo del café, o como ingrediente de este. Tiene propiedades cicatrizantes y diuréticas, además de estimular el correcto funcionamiento del hígado
En 1933, el famoso homeópata Edward Bach definió los usos de esta plantita en su obra Los doce curadores y otros remedios. El sabio recomendaba así el uso de la achicoria: “para aquellos que se preocupan demasiado por las necesidades de los demás, y tienden a excederse de sus cuidados”. Asimismo, sugería que la usaran quienes “disfrutan intentando modificar lo que consideran que los otros hacen mal, y anhelan tener siempre cerca a aquellos por quienes se preocupan”. ¿Les suena? O sea, es la flor para el afecto con desapego, espacio y libertad.
Dicen que las malezas llegan donde se las necesita, así que revise su entorno por si necesita evitar perderse de sus cariños y bondades. La achicoria es tan linda y tenaz (o como dirían en Chile, “aperrada”), ¡que de puro mirarla a una le viene el amor incondicional!
En la Biblia se habla de “hierbas amargas” para referirse a los ingredientes del que posteriormente se llamó “preboggion”, una receta tradicional de la comida de Liguria. Junto con las de achicoria, esta receta también contiene otras hojas de primavera y comienzos de verano, como la acelga y la borraja. Estas deben cortarse en pequeños trozos y hervirse solo durante algunos minutos, hasta que se arruguen, luego se las cuela y se lavan con agua fría. Tradicionalmente, esta mezcla de hierbas se utiliza como relleno de ravioles y otras preparaciones, pero es también costumbre comerla con papas hervidas y aceite de oliva: una entrada liviana y sencilla. Recomendamos además convertir esta preparación en una salida de campo: es la excusa perfecta para reunirse con amigos e ir a buscar otras hierbas.
CODA
Los lectores curiosos que quieran sumergirse en la obra referida de Edward Bach, pueden encontrarla aquí. Hallarán la achicoria asomándose en la página 33.
Acerca de las jardineras
Este calendario herbal trepa las paredes, surge por las grietas y salpica las páginas de Canoa gracias a la colaboración que ideamos con Sofía Carrère y María José Riveros, editoras -o quizá más bien custodias- de la obra Advenas, hierbas migrantes (2022).
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Sofía Carrère Riveros, invierno 1995
Escritora e investigadora. Licenciada en letras, también es máster en Creación Literaria y máster en Investigación en Arte y Diseño. Ha trabajado en proyectos de cultura y como profesora de idiomas. Su primera novela, Un cielo de juguete (2021), fue publicada por la editorial Zaíno en Colombia. Recientemente colaboró con uno de los relatos del proyecto antología Para quedarme aquí (2024) de la editorial Graviola. Actualmente vive en Barcelona con su gata Taiga. svcarrere@gmail.com
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María José Riveros Valle, verano 1972
Gestora cultural y docente vagabunda. Sus dos hijos la ayudan a tener los pies en la tierra. Fascinada con la teoría del arte y las divagaciones sobre la belleza, eso mismo enseña a sus alumnos, y a veces los lleva al cerro a investigar qué pueden aprender ahí. Ha trabajado en museos y centros culturales, como curadora, crítica gastronómica, columnista e investigadora. @mjoseriverosva
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